Credilemon es un comparador financiero. En nuestra página web puedes encontrar ofertas de préstamos, microcréditos, hipotecas, seguros, tarjetas de crédito, cuentas bancarias y servicios. Cuando te registras con nosotros, te recomendamos las ofertas que se adaptan a lo que estás buscando, de forma que puedas elegir una y hacer la solicitud con la entidad.
Credilemon no presta dinero. Nuestro servicio gratuito es solo de comparación entre diferentes opciones. Nunca te pediremos tu número de cuenta o los datos de tu tarjeta. No tenemos esa información, por lo que no podemos realizar cobros a tu cuenta.
Lo mejor es que contactes a la empresa con la que contrataste el producto para que puedan resolver tus dudas. La mayoría de las entidades suelen tener una sección de preguntas frecuentes y canales de atención al cliente como chats, formularios de contacto, direcciones de correo electrónico o números de teléfono.
Para utilizar Credilemon, debes llenar un formulario con tu información personal y financiera. Con esa información, Credilemon revisa nuestra extensa lista de productos y te muestra una lista de los que más se adaptan a tus necesidades. Con esa lista puedes ver las características y condiciones de cada oferta y elegir la que más te guste. Una vez la elijas, serás redirigido a la página web de la entidad para completar la solicitud con ellos.
Credilemon no presta dinero directamente. Nosotros te facilitamos información sobre distintos productos para que elijas uno. Una vez lo eliges, te redirigimos a la página web de la entidad financiera para que puedas contratar el producto elegido con ellos. Debes contratarlo para poder recibir el dinero.
La entidad financiera con la que solicitaste el préstamo pone a tu disposición los métodos de pago que acepta. Puedes revisar esta información en su página web o contactarlos a través de servicio al cliente.
La cantidad de dinero que puedes pedir varía dependiendo del tipo de préstamo y de tu historial financiero. Por ejemplo, un microcrédito suele tener un máximo de 2.000€, mientras que un préstamo personal puede llegar hasta los 30.000€ o 60.000€ dependiendo de la entidad. Además, el prestamista aprobará o no una cantidad dependiendo de información como, por ejemplo:
Tu tipo de empleo
Tu salario
Si vives alquilado o eres propietario
Cuantas personas viven contigo
Si estás en ASNEF
En general, mientras más estable sea tu empleo y tu salario, mayor será el monto que estén dispuestos a prestarte.
El plazo máximo depende del importe del préstamo y de las condiciones de la entidad prestamista. Algunos préstamos se deben devolver en 7 días y otros, en 7 años. En general, mientras más pequeño sea el importe, menos tiempo habrá para pagarlo. Además, varias de las entidades financieras te permiten elegir el plazo que quieres cuando solicitas el préstamo.
La documentación puede variar entre una entidad y otra, pero generalmente suelen pedir lo siguiente:
DNI/NIE vigente
Justificación de ingresos (nómina, estado de cuenta o declaración de la renta)
Vida Laboral
Algunas entidades solo te piden fotos de ti y de tu documento de identidad, y verifican tus ingresos directamente con el banco donde recibes tu nómina.
Cuando pides un microcrédito, por lo general tu situación laboral es irrelevante o con poca importancia. En cambio para préstamos, en la mayoría de casos los bancos piden que estés percibiendo ingresos regulares, ya que es la única forma de que la entidad pueda estar segura de que vas a devolver el dinero. Los ingresos pueden ser por un trabajo estable, pero también pueden ser por pensión, paro, alquiler de propiedades, etc.
Sí, hay entidades financieras que otorgan préstamos a personas inscritas en ASNEF u otras listas similares. Sin embargo, los intereses de estos préstamos suelen ser más elevados de lo normal.
Si no pagas una cuota a tiempo, es posible que el prestamista te cobre intereses adicionales por retraso y tengas que pagar un importe más elevado. Para evitar esto, es importante que contactes con la entidad y les avises que no vas a poder pagar. Así, podrás negociar una solución con ellos, como extender el plazo del pago, para evitar esos intereses moratorios.
Cuando no aprueban un préstamo, suele ser porque la entidad financiera considera que es demasiado riesgoso prestarte. Las causas más comunes son no tener ingresos estables, solicitar un importe más alto del que puedes devolver, o estar inscrito en ASNEF.
El interés es un porcentaje determinado de un importe. Cuando solicitas un préstamo, la entidad financiera fija una tasa de interés anual que tendrás que pagar adicional al importe del préstamo. Por ejemplo, si tienes un 20% de interés en un préstamo de 1.000€, en total deberás pagar 1.200€.
El tipo de interés varía dependiendo del importe solicitado, el plazo para pagarlo y tu historial crediticio. En general, los préstamos por importes pequeños suelen tener intereses más altos y las personas con mal historial crediticio también suelen obtener préstamos con intereses más elevados.
Una tarjeta de débito es un instrumento que te permite utilizar el dinero en tu cuenta para pagar. Para que funcione, tienes que tener saldo disponible en tu cuenta y nunca vas a poder pagar un importe más alto que el dinero que tienes.
Una tarjeta de crédito te da acceso a una línea de crédito hasta cierta cantidad. Por ejemplo, 5.000€. Vas a poder pagar con la tarjeta de crédito así no tengas dinero en tu cuenta, hasta llegar a ese límite de 5.000€. A cambio, luego tienes que devolverle ese dinero al banco y normalmente cobran un porcentaje de interés sobre el importe gastado.
Cuando solicitas una tarjeta de crédito, el banco evalúa tu perfil y te asigna un límite de crédito. Una vez recibas la tarjeta, vas a poder utilizarla para pagar o sacar dinero del cajero hasta que alcances ese límite.
Por ejemplo, si te aprueba un límite de crédito de 5.000€, puedes realizar una compra por 2.000€, sacar 400€ del cajero y luego hacer otras dos compras de 1.100€ y 1.500€. Pero, si tratas de hacer esa última compra por 1.600€ la operación será rechazada porque el monto supera tu límite de crédito.
El límite de crédito se recupera a medida que lo pagas. Por ejemplo, si primero pagas los 2.000€ de la primera compra, entonces sí podrías hacer la compra de 1.600€ sin problemas. Además, hay que entender que las tarjetas de crédito suelen cobrar un tipo de interés sobre el dinero gastado. Hay tarjetas que no cobran intereses solo si pagas la totalidad de la deuda al final de cada mes, pero si solo pagas una parte, sí tendrás que pagar intereses.
Hay tarjetas de crédito tradicionales y tarjetas de crédito revolving. Con las tarjetas tradicionales, al final de mes pagas lo gastado en ese mes. Las tarjetas revolving te permiten aplazar los pagos, de forma que cada mes pagas una cuota fija hasta pagar la totalidad del crédito. Estas tarjetas son más flexibles, pero también suelen tener intereses un poco más altos.
Los beneficios de las tarjetas de crédito son:
Te permiten financiar compras grandes, como por ejemplo, reemplazar un electrodoméstico estropeado o pagar un viaje
Te ayudan a construir un buen historial de crédito si las utilizas responsablemente
Suelen tener ventajas como cashback, descuentos o millas de vuelo por utilizarlas
Pero también vienen con peligros. Es importante hacer un uso responsable de las tarjetas de crédito y no gastar más de lo que puedes pagar, ya que eso puede llevar a sobreendeudamiento.
Solo es necesario tener un DNI/NIE vigente y una cuenta bancaria. La entidad que concede la tarjeta utilizará la cuenta bancaria para determinar si concederte la tarjeta o no, y de allí se descontarán los pagos cada mes. La cuenta no tiene por qué ser de la misma entidad que te concede la tarjeta.
Las tarjetas de crédito suelen venir con seguros y protecciones para evitar fraudes, por lo que son más seguras de utilizar en línea que las tarjetas de débito. Aún así, es importante ser cuidadoso con la información de la tarjeta y asegurarse de solo introducirla en sitios web de confianza.
Son un tipo de tarjeta de crédito que permite aplazar los pagos, de forma que cada mes pagas una cantidad fija del dinero que debes, hasta amortizar toda la deuda. La ventaja de este tipo de tarjetas es que sabes de antemano cuánto deberás pagar y puedes planificar tu presupuesto más fácilmente. La desventaja es que suele tener intereses más elevados que una tarjeta de crédito tradicional, por lo que el crédito termina siendo un poco más caro.
Son un tipo de tarjeta de crédito que funciona más como una tarjeta de débito. Para utilizar esta tarjeta debes recargarla con el importe que creas conveniente; por ejemplo, 100€. Después, podrás utilizarla para pagar, siempre que el importe del pago no sobrepase los 100€ que recargaste. Son un tipo de tarjeta popular para dar a hijos menores o para pagar en línea, ya que es imposible gastar dinero de más al utilizarlas.
La cuenta corriente es un espacio donde puedes depositar el dinero de tus ingresos, ya sea tu sueldo u otro tipo de ingresos, y tenerlo disponible en cualquier momento. Su función básica es guardar el dinero y permitirte acceder a él en cuanto lo necesites, ya sea por medio de transferencias, Bizum o tarjeta de débito.
Es un tipo de cuenta que te ofrece intereses por el dinero que depositas en ella. Los intereses varían dependiendo de la entidad bancaria, pero generalmente pueden ir desde 1% hasta 3.5%. Mientras más alto sea el tipo de interés, más rendimiento obtendrás por el dinero depositado.
Varía según el banco, pero generalmente suelen pedir:
DNI/NIE vigente
Comprobante de domicilio, como el recibo de algún servicio
Comprobante de ingresos, como un estado de cuenta, nómina o declaración de la renta
Las comisiones varían según la cuenta y el banco, pero algunas de las más comunes son:
Administración y mantenimiento de la cuenta
Por ingreso de cheques
Por retirada de efectivo
Por cada transferencia
Por saldo negativo
La cuenta que elijas puede cobrar todas estas comisiones, solo algunas, o ninguna, dependiendo de las condiciones impuestas por el banco.
La documentación requerida depende del tipo de seguro que vayas a contratar. En general todos te pueden pedir el DNI/NIE y el certificado de empadronamiento. Adicionalmente, si el seguro es de coche, te podrían pedir el permiso de conducir y documentos relacionados con el coche. Por otro lado, si es un seguro para estudiantes, te pueden pedir la matrícula a la universidad.
El periodo de carencia es un tiempo determinado que debes esperar después de haber contratado el seguro para poder disfrutar de algunos de sus beneficios. Por ejemplo, podrías tener que esperar 3 meses antes de poder acceder a consultas con un dentista.
Cuando el seguro no tiene carencias significa que puedes acceder a todos los servicios incluidos inmediatamente después de contratarlo.
El copago significa que el seguro paga parte del servicio y tu pagas otra. Por ejemplo, si quieres ir a consulta con un doctor, tendrás que pagar una pequeña parte del coste del servicio y el seguro se encargará de cubrir el resto. Este pequeño importe que pagas es adicional a la prima que pagaste por contratar el seguro.
Cuando los seguros no tienen copagos, significa que el seguro se hace cargo de la totalidad del pago y tú solo debes pagar la prima.
Sí, para poder circular en el territorio español es obligatorio tener un seguro de coche vigente. Como mínimo el seguro debe cubrir a terceros en caso de accidentes e incluir la cobertura de Responsabilidad Civil. Adicionalmente, puedes contratar seguros que también cubran al conductor y al coche.
Generalmente no es obligatorio tener un seguro de hogar, salvo por dos excepciones. Si tu casa o piso tiene una hipoteca, entonces sí necesitarás un seguro de hogar. También hay contratos de alquiler que exigen tener un seguro de hogar vigente.
Invertir es comprar activos con la expectativa de que aumenten de valor en el tiempo. Un activo puede ser una porción de una empresa, un bono del estado, un recurso como el oro, una casa, un coche, moneda extranjera o criptomonedas. Si el activo que compraste aumenta de valor, entonces ese valor extra es una ganancia para ti.
Pero también puede ocurrir que el valor disminuya, por lo que sería una pérdida. Debido a esto, la inversión conlleva un riesgo que es necesario tener en cuenta antes de comenzar. El riesgo de las inversiones depende del activo que quieras comprar y generalmente, mientras mayor es el riesgo, mayor es la posibilidad de obtener ganancias importantes.
El plazo de las inversiones suele variar desde pocas semanas a muchos años, aunque generalmente se recomienda invertir durante al menos 5 años para ver beneficios.
La bolsa de valores es un mercado donde tienes acceso a pequeñas partes de empresas, llamadas acciones. Al igual que en un mercado común, hay una gran variedad de productos en un rango de precios muy amplio. Generalmente mientras más grande y rentable es la empresa, mayor precio tiene cada una de sus acciones. En este mercado cualquier persona puede comprar partes de empresas, siempre que tenga suficiente dinero para pagarlas.
Un fondo de inversión es una agrupación colectiva donde se reúne el capital de varios inversores. Cada fondo tiene un administrador o gerente, el cual tiene la responsabilidad de decidir en qué invertir el dinero de los miembros de la agrupación. Al final del periodo de inversión, los beneficios que obtuvo el fondo se reparten entre todos los miembros en función de la cantidad de dinero que aportaron.
El riesgo es la posibilidad de que una inversión no rinda el beneficio esperado y termines perdiendo dinero. El valor de los activos está determinado por variables internas como mala gestión en el caso de las empresas, o externas como cambios económicos, políticos o ambientales.
El riesgo se mide en una escala del 1 al 7, con el 1 siendo riesgo mínimo y el 7 siendo riesgo máximo. El riesgo depende del horizonte de inversión y del tipo de activo en el que se invierta. Generalmente mientras más largo sea el horizonte de inversión, menos riesgo tiene. Por otra parte, hay inversiones más estables como bonos del estado, inmuebles y oro, y otras más volátiles como criptomonedas y startups.
Al momento de decidir invertir es importante considerar cuánto riesgo estás dispuesto a tolerar, ya que esto determina tu perfil de inversor.
La renta fija es un tipo de inversión en el cual está garantizado que al final de la misma recibirás el capital invertido más un beneficio determinado. En este caso el riesgo es mínimo, pero el beneficio no suele ser muy alto. En esta categoría se encuentran los bonos de deuda del estado o deuda privada.
La renta variable no tiene garantizada la rentabilidad ni el capital invertido. Podrías perder dinero, por lo que el riesgo es mayor, pero si obtienes un beneficio, este también tiende a ser mayor. En esta categoría se encuentran la mayoría de los otros activos de inversión.
Lo primero que necesitas es establecer un objetivo de inversión y un horizonte; por ejemplo, comprar un coche dentro de 5 años. También necesitas tener una cantidad de dinero que estés dispuesto a invertir; lo mejor es que sea dinero que no necesites en tu día a día. En tercer lugar, necesitas identificar tu tolerancia al riesgo y tu perfil de inversor y buscar productos de inversión que sean compatibles con estos.
Es muy importante que antes de realizar cualquier inversión te eduques al respecto y busques asesoramiento personalizado, para evitar cometer errores por desconocimiento.