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La conexión a internet es necesaria para el funcionamiento de muchos aparatos, desde ordenadores y móviles hasta la tele o robots aspiradora. Hoy en día esa conexión es inalámbrica en casa, pero llevar esa conexión a cada hogar todavía requiere de cables cada vez más eficientes, como la fibra óptica.
Se trata de un cable hecho con finos hilos de vidrio o polímeros que es capaz de transmitir grandes cantidades de información rápidamente. Antes del desarrollo de la fibra, el internet funcionaba por medio de ADSL con cables hechos de cobre, como los de teléfono tradicionales. Sin embargo, el ancho de banda del cobre es mucho menor, así que esta tecnología ha caído en desuso.
La conexión por fibra óptica tiene un coste inicial más alto que ADSL, pero el gasto en mantenimiento y reparaciones es menor. Además, la fibra tiene otras ventajas:
Permite la conexión a una velocidad mucho mayor.
Transmite el audio y video a una definición más alta
La conexión es más estable y no se ve tan afectada por condiciones meteorológicas
Consume menos energía para transmitir información
Puede enviar información a largas distancias -como entre países- sin necesidad de repetidores
La velocidad de internet es el factor más importante a la hora de contratar un servicio de internet. Se mide en cuántos megabytes viajan en un segundo -expresado como Mbps- y si la conexión es lo suficientemente rápida, incluso se puede hablar de gigabytes por segundo (Gbps).
Lo rápida sea tu conexión afecta factores como:
La velocidad a la que cargan las páginas web
Lo rápido que se descargan archivos
Cuántos dispositivos puedes conectar a la vez
La calidad y resolución del contenido en los servicios de streaming
En general, si vives solo y vas a conectar unos pocos dispositivos al mismo tiempo, con una velocidad de conexión básica es suficiente. El mínimo de ancho de banda disponible en la mayoría de las operadoras es de 300Mbps.
Pero si se trata de una familia numerosa, puede que necesites una mayor velocidad para poder tener conectados todos esos móviles y que a nadie se le interrumpa la serie en plataformas de streaming. Hay operadoras que ofrecen hasta 1Gbps de conexión.
Este Gbps no debe confundirse con los 30 o 50 GB al mes que se ofrecen en las tarifas móviles, ya que ambos términos miden aspectos distintos. Los GB del móvil se refieren al consumo, mientras que el Gbps del internet se refiere a la velocidad.
Una vez consumas los 30 GB al mes que tienes disponible, ya no podrás seguir conectándote a internet desde el móvil o lo harás de una forma mucho más lenta y se te cobrará un extra por la conexión. Esto no tiene ninguna relación con la velocidad a la que te conectas.
En cambio, si estás conectado al wifi, puedes consumir tanto como quieras, no hay límite. Pero el contenido que consumas cargará más rápido o lento dependiendo de la velocidad (ancho de banda) que tengas contratada.
La factura de internet no tiene un límite de consumo como en el caso de la conexión móvil, sino que tiene una velocidad máxima. Por lo tanto, no se trata de consumir menos, sino de estimar bien qué velocidad necesitas, de forma que no pagues de más por Mbps que nunca usas.
Es probable que tu factura incluya un gráfico de tu historial de consumo o que puedas consultarlo en la página web o aplicación de tu operadora. Revisa tu consumo en los últimos meses para ver si la velocidad que tienes es suficiente o si podrías pasarte a un plan menor sin inconvenientes.
Otras opciones para ahorrar dinero son:
Combina internet con otros servicios. La mayoría de las operadoras ofrecen paquetes de móvil + fibra, o móvil + tv + fibra, por un precio más bajo.
Compara diferentes operadoras para encontrar la que mejor se adapte a ti. En Credilemon puedes compararlas de forma gratuita.